Cantos y palabras hechas ternura aparecen como monstruos en las
noches, los que embrujan en silencio ensordecedor y excitan su
mente a jugar con esas imágenes de hermosos recuerdos, de memorias congeladas
de tardes y besos que ahora son de otra persona.
Esos ojos grandes de color seductor se abren cada mañana buscando
una ilusión a pesar de esa soledad destrozada y vacía. Esa que se esfuerza para
salir y comprender el mundo con los nuevos pasos que la guían; pasos de personas
que también van dejando recuerdos y momentos inolvidables que tratan de
amenizar con risas los pensamientos nublados de un alma que es llevada a recordar un pasado irremediable, una fantasía.

Esa mente que se pierde en tardes grises y entre la sombra
de la gente, esa que sabia y sentía que ese fantasma algún día volvería, pero
no tomaría de nuevo su mano; sabía que ella ya no la iba a volver a salvar, ya lo sabía...
Hay soledades que confortan, soledades
que nutren, soledades que llenan de sensaciones extrañas y que cuentan
historias que son verdad, que son verdades…