El estar
en contacto con la naturaleza, es darle alas al espíritu que llega de
lejos donde se le da calma al alma que regresa de un viaje en el tiempo.
De ese tiempo maltratado e industrializado que no lo deja respirar el aire que
hace volar, el aire que hace vivir cada momento en el existir.
La
naturaleza y su energía nos convocan en recuerdos y expectativas, a la
reconciliación y a la ilusión. Nos lleva a entregarnos y alegrarnos por
recibir de lo visible lo invisible.
Aprovecha
cada rincón que nos ofrece la tierra y la magia que tiene el universo, esto
ayuda a conservar la esencia del ser, porque es necesario dejarnos contagiar
por el vigor de la naturaleza, de la fuerza de los robles que elevan sus hojas
al infinito; lo que hace llevar nuestros sueños a lo alto
y esforzarnos cada vez más para hacerlos realidad.
¡El aire
nos da la oportunidad de acondicionar cada vez más nuestros corazones para
recibir tanto lo bueno como lo malo que nos da la vida, con el placer de
mantener la esencia de nuestro ser, de nuestro Yo!
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